Cita Bíblica: Juan 14:1-7
Hace algunos días supe del fallecimiento de una persona muy querida para la familia. Es un momento muy difícil, estar al pie de una persona que ha perdido un ser querido y no saber exactamente que decirle, para uno que esta por fuera puede ser más claro qué ha sucedido y qué sigue después de la muerte, sin embargo, en algunas ocasiones para muchas personas la muerte es no sólo triste, sino injusta.
No aturdirse ante la muerte o ante la pérdida. Vr. 1-2. El Señor Jesucristo, anima a que no nos aturdamos es decir, que no nos asustemos, que coloquemos nuestra fe y toda convicción en Dios y en Él –Jesús—porque es también Dios, además, Él va a preparar lugar para todos nosotros, junto al Padre. Es una promesa que la mayoría no quiere tener en cuenta, quizás porque no se refiere al momento que está viviendo, o porque ni siquiera desea pensar en la muerte.
Esto nos llena de mucha esperanza, paz y gozo, en el corazón, porque nosotros como hijos de Dios, tenemos asegurado un lugar junto al Padre Dios, es lo que nos espera al morir, obviamente si morimos siendo salvos, teniéndolo en nuestro corazón, entonces en verdad que sí vamos a un lugar maravilloso.
Jesucristo quiere que estemos siempre a su lado. Vr.4. Tan agradable que uno se siente cuando está junto a personas que ama, que a su vez le aprecian y en una atmósfera confortable, es sentirse completamente seguros; mayor que esto, es lo que sentiremos cuando estemos en esas moradas que nos ha preparado. Entonces, ¿por qué no nos gusta recibir esta hermosa promesa? Porque en el fondo del corazón le tenemos temor, a algo que es lo único verdaderamente seguro para el ser humano: La muerte.
Al parecer su discípulo Tomás, le pasaba como a nosotros, no quería saber mucho al respecto, o quizás no quería que su Maestro, se fuera de su lado. Vr.4-6. Al fin y al cabo estar al lado del Señor Jesucristo, ofrece mucha seguridad y paz. Justamente es lo que quiere el Señor Jesús que tengamos –seguridad y paz—por eso es importante que desde que estamos en este mundo, nos sea garantizada ambas, sólo yendo al lugar donde está el Unigénito hijo de Dios, encontraremos la casa de nuestro Padre.
Conocer a Cristo en toda su magnificencia, nos asegura conocer también a nuestro Padre. Por eso en un comienzo expresó: Que no dejáramos que nuestro corazón se atemorizara o perturbara, es decir nada nos debe intimidar, más bien tener muy claro a qué lugar queremos llegar cuando dejemos de existir, Dios nos da esa oportunidad, debemos aprovecharla al máximo. Es un ejercicio indispensable pensar en nuestra vida eterna, por lo menos de cuando en cuando, porque es muy natural la muerte, así como lo es el nacimiento; de igual manera que uno se prepara para recibir al recién nacido, debemos prepararnos para ir a la presencia del Señor, cuando Él lo desee, es su soberana voluntad, no debemos nunca cuestionarlo.
Una vez más, después de meditar en estos siete versículos me ayudó para entender que la muerte, no es otra cosa que el puente para llegar a esas moradas que el Unigénito Hijo de Dios, tiene preparadas para que estemos por siempre a su lado. Es indispensable para tener esa seguridad, conocerle (Vr.7), haber conocido al Señor Jesucristo, me ha garantizado entonces, que he conocido al Padre Dios y que podré un día llegar seguro a la casa de mi Padre. No temamos la muerte, si Cristo está en nuestro corazón y gobierna nuestra vida. Pero si Él, no es el Señor de su vida, entonces tiene toda la razón de temer morir, por eso si usted aún, no le tiene en su corazón, le invito a repetir allí donde está esta corta, pero sentida oración, el único requisito, es que la haga con toda la fe, que su alma pueda experimentar, repita lo siguiente:
“Señor Jesucristo, te pido perdón por todos mis pecados y me arrepiento el haberte ofendido, te suplico Amado Señor, que tengas misericordia de mi alma y me limpies de toda maldad. Te abro las puertas de mi corazón y te recibo como mi Señor y Salvador personal, te rindo mi vida que sólo a ti Jesucristo, te pertenece, ayúdame a perseverar en esta fe. Gracias Padre Dios, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, amén.”
extraido de: http://misionpaz.org/index.php?zona=devocional